Un jefe de Estado mejor que nuestra clase política
El discurso navideño del Rey Felipe VI demostró una vez más que el jefe de Estado está muy por encima de nuestra mezquina y vulgar clase política. Es el discurso de un monarca asentado y cada vez más sólido en su cargo pese a los ataques virulentos de los liberticidas socios de Pedro Sánchez. Así lo prueba el hecho de que haya marcado distancias -una vez más- con el reinado de su predecesor reafirmando su compromiso intachable con la transparencia y ejemplaridad de la Corona. Sus palabras recuerdan a las del año pasado cuando, en otra alusión velada, pero lo suficientemente clara, reafirmó: «Los principios morales y éticos nos obligan a todos sin excepciones y están por encima de cualquier consideración, de la naturaleza que sea, incluso de las personas o familiares».
Unas palabras que adquieren especial significado en un contexto en que Pedro Sánchez ha convertido a separatistas y proetarras en aliados preferentes para mantenerse en La Moncloa. Partidos que hacen campaña para derribar el modelo de Estado y la propia Monarquía y que gozan hoy de un poder inédito, alentado desde el mismo Ejecutivo. “Debemos estar en el lugar que constitucionalmente nos corresponde; asumir, cada uno, las obligaciones que tenemos encomendadas, respetar y cumplir las leyes y ser ejemplo de integridad pública y moral”. Con estas palabras, el Rey aprovechó su tradicional discurso navideño para dejar claro que su compromiso como jefe de Estado es hacer de la ejemplaridad la piedra angular de la Corona, una idea que, sin duda, adquiere una relevancia especial en virtud de la situación que afecta al Rey emérito, pero que no sólo cabe enmarcar en el ámbito de las responsabilidades reales.
Porque también corresponde al resto de instituciones, incluido, por supuesto, el Gobierno, asumir el mandato constitucional y respetar y cumplir las leyes. Las palabras de Felipe VI, que en su discurso hizo, como no podía ser de otra manera, referencias continuas a la situación sanitaria y económica derivada de la pandemia, además de dedicar un recuerdo especial a los damnificados por el volcán de La Palma, adquieren un valor mayor si tenemos en cuenta que quienes mantienen con su apoyo a Pedro Sánchez en La Moncloa, son, precisamente, quienes ni asumen sus obligaciones constitucionales ni respetan ni cumplen las leyes.
Don Felipe volvió a referirse a la Constitución como “viga maestra” de nuestro progreso y convivencia democrática. El eje central de su discurso pivotó en torno a la defensa a ultranza del marco constitucional, “cuyo espíritu nos convoca a la unidad frente a la división, al diálogo y no al enfrentamiento, al respeto frente al rencor, al espíritu integrador frente a la exclusión”. Y a los enemigos de España, un mensaje claro: “La Constitución merece respeto, reconocimiento y lealtad”.
En el contexto político que vive nuestra Nación, las permanentes referencias del Rey a nuestro marco jurídico de convivencia representan toda una advertencia a quienes no tienen otro objetivo que subvertir el orden institucional y demoler el modelo del 78. También son una advertencia al Ejecutivo socialcomunista, porque quienes pretenden acabar con el “gran proyecto de transformación que simboliza y representa nuestra Constitución” son los mismos que apoyan a un Ejecutivo que ha decidido unir su destino político al de los odiadores de España.
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